El aumento del precio de la vivienda en España, incluso en un contexto de tipos de interés elevados, refleja una realidad preocupante: acceder a una vivienda se está volviendo un lujo, sobre todo en las grandes ciudades como Madrid donde el precio de un apartamento de pequeñas dimensiones puede suponer un gran desembolso económico que pocas personas se pueden llegar a permitir. Aunque algunos puedan interpretar el crecimiento de los precios como una señal de robustez económica, en realidad está agravando la desigualdad en el acceso a la vivienda, especialmente para los jóvenes ya que muy pocos se pueden de permitir incluso de alquilar un piso , de hecho a día de hoy la edad media de los españoles para conseguir su primera propiedad oscila entra los 40 años .
El hecho de que, en promedio, se necesiten 7,4 años de salario íntegro para adquirir una vivienda es alarmante. Y la situación en Baleares, donde se requieren casi 20 años de sueldo, evidencia una brecha enorme entre las regiones del país aunque es importante mencionar que esto que ocurre en las islas baleares en gran parte tiene que ver con el precio de una zona que va muy integrada con el turismo y por tanto es más “común” que los precios de las viviendas sean masa desorbitados de los habitual ya que van relacionados con la demanda extranjera. Mientras que en Murcia o Castilla-La Mancha la accesibilidad es notablemente mejor, las zonas más demandadas se están volviendo inaccesibles para una gran parte de la población. Este fenómeno alimenta la sensación de que la vivienda está dejando de ser un derecho básico y se está convirtiendo en un bien de lujo.
Las previsiones de un aumento del precio de la vivienda en torno al 3,6% para 2024, junto con la recuperación del crédito, parecen beneficiar principalmente a los inversores y a quienes ya poseen propiedades. Pero para aquellos que están intentando comprar su primera vivienda, la situación es cada vez más difícil. Si bien es cierto que el Banco Central Europeo ha reducido ligeramente los tipos de interés, mejorando marginalmente la accesibilidad, no parece suficiente para revertir el problema de fondo: los salarios no están creciendo al mismo ritmo que los precios de las viviendas.
Además, las políticas de regulación del alquiler han añadido una capa extra de complejidad, pues si bien intentan moderar los precios, en algunos casos pueden desalentar la oferta de alquileres. Esto lleva a que muchos potenciales compradores, al no poder acceder a una hipoteca o comprar directamente una casa, se encuentren atrapados en un mercado de alquiler caro y con pocas alternativas.
En mi opinión, esta tendencia de alzas continuas en los precios de la vivienda, junto con la creciente dificultad de acceder a ellas, genera una situación insostenible a largo plazo. Es urgente que tanto las autoridades como el sector inmobiliario reconsideren sus enfoques.