Desde que entró en vigor en 2021, la reforma laboral ha multiplicado el uso de contratos indefinidos. Hoy en día, cerca del 79% de los asalariados tienen este tipo de contrato. Pero ¿eso significa que ahora hay más estabilidad? ,No necesariamente.
El problema está en lo que muchos expertos llaman «temporalidad disfrazada». Aunque hay menos contratos temporales, la rotación sigue siendo muy alta. De hecho, por cada 100 nuevas contrataciones en marzo de este año, se produjeron 91 bajas. En sectores como la hostelería o los servicios, esta volatilidad es constante.
Parte de esta inestabilidad se ha trasladado a figuras como el contrato fijo discontinuo, que en teoría es indefinido, pero en la práctica funciona de forma muy similar a uno temporal. Además, la duración media de los contratos indefinidos ha bajado un 36% desde 2019.
En resumen: se ha avanzado, pero no lo suficiente. El empleo sigue siendo frágil, y el reto está en lograr que los contratos, además de indefinidos, sean también estables y duraderos. Porque cambiar la etiqueta no es lo mismo que cambiar la realidad.